domingo, 18 de julio de 2010

SANTA SINFOROSA.18 JULIO.


Hoy, 18 de julio, conmemoramos a Santa SINFOROSA y sus SIETE HIJOS, Mártires.

SANTA SINFOROSA (¿?-¿120?) nació muy probablemente en Roma, en la época en que el cristianismo primitivo comenzaba a esparcirse rápidamente por todo el Imperio Romano.

Santa Sinforosa era la viuda de San Getulio, quien había sido tribuno militar romano, y por practicar el cristianismo había sido decapitado.

Presintiendo que el emperador Adriano se volvería en su persecución, Santa Sinforosa se refugió en Tívoli con sus siete hijos: Crescente, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio.

Permanecieron escondidos por siete meses, y durante ese tiempo Santa Sinforosa se preocupó por enseñarles los aspectos más profundos de la doctrina, preparando a sus hijos para los horribles sucesos que habrían de suceder.

Eventualmente las autoridades los capturaron y los condujeron a la presencia del emperador. Adriano les exigió que adoraran a los dioses de Roma, pero ellos se rehusaron terminantemente.

Santa Sinforosa recibió la corona del martirio cuando después de sufrir distintas torturas, se le ató una pesada piedra al cuello y se le arrojó al río Teverone, que corre próximo a Tívoli. Sus restos fueron rescatados por su hermano, quien le dio cristiana sepultura al lado de su marido San Getulio.

Cada uno de sus hijos padeció una forma distinta de martirio. Crescente fue atravesado con una lanza por el cuello, Julián por el pecho, Nemesio por el corazón, Primitivo por el ombligo, Justino por la espalda, Estacteo por el costado y Eugenio de arriba abajo.

A los cadáveres de los jóvenes los arrojaron a una fosa común, aunque luego fueron rescatados gracias a la comunidad cristiana.

Siglos más tarde, en 752, las reliquias de Santa Sinforosa y de sus siete hijos fueron trasladadas junto con las de San Getulio a la iglesia de San Ángelo, en Roma. En 1587, las reliquias se depositaron en un sarcófago de mármol.

SANTA SINFOROSA Y SUS SIETE HIJOS nos enseñan el valor de la tranquilidad interior en el momento de defender nuestras convicciones.

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