sábado, 23 de octubre de 2010

Virxilio Viéitez.

Vale, esto no es un cuento. Pongo esta entrada aquí sobre todo para mis lectores (que son unos cuantos) de Madrid, Barcelona, etc. Esta exposición será itinerante, así que atentos: no os la perdáis. Virxilio Viéitez.



Ayer, 23 de octubre de 2010, fui a la inauguración de la antológica de Virxilio Viéitez en el Marco (Museo de Arte Contemporánea de Vigo). Virxilio Viéitez es un fotógrafo gallego que nació en 1930 y murió hace unos pocos años. Era un “fotógrafo de pueblo”. Vivió en Soutelo de Montes y desarrolló toda su carrera en Soutelo y alrededores, haciendo retratos, fotografiando familias, bodas, entierros, fiestas y demás. Pero Virxilio no era un fotógrafo corriente. Era un artista. Uno de los grandes.




Supe de él y de su obra por primera vez en el año 1988, pues a Virxilio lo descubrieron dos amigos míos, también grandes fotógrafos, Manuel Sendón y Xosé Luis Suárez Canal. Por entonces yo salía a menudo con Suárez Canal (uno de los tipos que más saben de fotografía en España... pregúntenle por él si no a Javier Valhonrat o a Joan Fontcuberta, por ejemplo). A mi, Canal me enseñó gran parte de lo que sé de fotografía. O sea que gracias Xosé Luis. El caso es que en aquellos años, Sendón y Canal se dedicaban, entre otras cosas, a recuperar la memoria fotográfica de Galicia, hallando, rescatando y poniendo en limpio perdidos y olvidados fotógrafos... que resultaban ser, contados por ellos, maravillosos.




Un día Canal me habló por primera vez de él. De Virxilio. Estaba emocionado y entusiasmado como no lo había visto nunca antes. “Hemos encontrado un fotógrafo extraordinario”, me dijo. “No es uno más, sino uno especial. Uno de los grandes a la altura de los grandes. Ya verás cuando veas sus fotos, es un Robert Frank, un August Sander. No sé. Un tipo que vivió y trabajó modestamente oculto en los montes de Soutelo y su obra es una locura. Tiene una calidad fuera de lo común. ¿Cómo ha podido estar oculta tanto tiempo esta maravilla?” .




Suárez Canal no solo es un gran fotógrafo, sino también un estudioso de la fotografía y un crítico muy fino, así que aquella pasión desatada y encendida que mostraba por la obra de Viéitez me intrigaba mucho. Cuando por fin pude ver fotos de Virxilio lo entendí todo. Y me quedé anonadado. Allí había un fotógrafo que había pasado toda su vida silenciosamente en Soutelo haciendo fotos de carné de identidad, retratos familiares, registrando la vida de las gentes de su pueblo. Un pueblo diminuto. Y nada más. Pero sus fotos eran efectivamente especiales. Resplandecían y brillaban como unas nubes de Ansel Adams sobre las montañas. Y es que Virxilio es... una increíble emoción. Hay que verlo. Y también es un genio. Su sentido de la composición y del encuadre, la dignidad velazqueña de sus retratados, y su calidad y delicadeza en el tratamiento del blanco y negro son una lección de oro que no es fácil de encontrar.




Entonces, creo que era el 88, Sendón y Canal pusieron la obra de Virxilio en la Fotobienal de Vigo a la vista de todos, y después lo llevaron a París. Quiero decir que llevaron a París no solo la obra, sino también al propio Virxilio, emocionado por supuesto. Cartier-Bresson todavía vivía y fue a la inauguración y allí, en la ciudad de la luz, el propio Cartier-Bresson, el dios de los fotógrafos, se abrazó al maestro de Soutelo de Montes y reconoció públicamente su magisterio. Hay fotos. Y Virxilio lloraba.




Virxilio Viéitez en fin, un fotógrafo de pueblo. Pónganlo ustedes en la estantería junto a Nadar, Irving Penn, Julia Margaret Cameron... y todos los demás.

Publicado por Víctor González

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