sábado, 7 de abril de 2012

San Marcos 16,1-7.

Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús.

A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro.

Y decían entre ellas: "¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?".

Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande.

Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas,

pero él les dijo: "No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto.

Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho".

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