domingo, 8 de diciembre de 2013

RESTAURACION

Azpiazu profundiza en la historia de la Universidad

Los textos, de 1542 y 1545, narran el proceso de constitución y la donación hecha por el obispo Zuazola. Estaban en el Archivo Municipal y ahora están siendo tratados en la empresa de conservación en Miravalles Restaura 

08.12.13 - 00:10 - 
En Capilla. Uno de los pergaminos 'redescubiertos' en el Archivo Municipal que está siendo limpiado y tratado. ::MIRAVALLES RESTAURA


Dos ejemplares, de gran relevancia histórica sobre los orígenes de la Universidad Sancti Spiritus, están siendo restaurados estos días en el Taller de Conservación y Restauración 'Miravalles Restaura' tras ser 'redescubiertos' en el Archivo Municipal. Los documentos son, según los profesionales encargados de la intervención, dos pequeñas joyas, «no solo por su contenido sino también por su factura: manuscritos sobre pergamino, material elaborado a partir de piel animal».
Se trata de dos legajos (conjunto de bifolios cosidos sin encuadernar). 'Las Constituciones de la Universidad de Oñate' data de 1545 y 'La Donación hecha por el fundador de la Universidad Don Rodrigo de Zuazola', de 1542.
Ambos son originales y de impecable factura, de ahí su valor aunque su contenido ya fuera conocido. En la Universidad ya disponían de una copia de los citados documentos en papel, así que en algún momento, los pergaminos que ahora han sido hallados en el Archivo fueron copiados, y como ocurre en muchos casos, los origínales 'olvidados' o 'protegidos', según se mire, entre la abundantes documentación del Archivo existente en la última planta del Consistorio.
La archivera Izar Salaberri está realizando los últimos años, una importante labor de codificación y digitalización de documentos, y en esa tarea dio con los legajos que narran los orígenes de la primera universidad vasca.
Su viaje a las instalaciones municipales es un misterio, pero dada su antigüedad y contenido, el Ayuntamiento no ha dudado en ponerlos a manos de profesionales para que los limpien, y realicen un tratamiento de conservación preventiva que permitirá la adecuada conservación de las obras.
De vuelta a finales de mes
Según la empresa que está acometiendo este trabajo, el taller de conservación y restauración 'Miravalles Restaura', «lo primero que hemos hecho es estudiar cada manuscrito detenidamente».
«Es preciso determinar hasta qué punto se debe limpiar un documento para no eliminar evidencias históricas que pueden aportar interesantes datos en futuras investigaciones (como la llevada a cabo en el Courtauld Institute of Art de Londres, en la que estudiando las marcas de huellas dactilares en el pergamino con un densiómetro consiguieron determinar los patrones de uso de las obras» explican los restauradores.
Estos CSIs del arte trabajan con material e instrumental específico: gomas especiales, microaspiradores de documentos, lupa binocular, etc. Son metódicos y minuciosos porque trabajan con un material muy frágil. En el caso de los legajos oñatiarras están bastante bien conservados, aunque también hay algunas hojas carcomidas, y a portada del ejemplar de 1545, que está escrito el castellano y latín, le falta un trozo.
La última fase del proceso de conservación de documentos será la realización de dos soportes de conservación a medida para el depósito de la obra en el archivo, que recuperará los legajos a finales de diciembre.
A partir de esa fecha, esta dos joyitas de la historia oñatiarra, serán una de las estrellas de las visitas que los escolares oñatiarras realizan periódicamente al archivo municipal. Un tour en el que profundizar en la historia y la vida cotidiana de la villa, al guardar preciosa documentación.
Actas y acuerdos, convenios, escritos notariales y otros documentos sobre la historia local, que en el caso de la antigua universidad empezó a escribirse en pergamino.
La restauración de estos documentos es una buena excusa para profundizar en los orígenes de la Universidad. El historiador oñatiarra José Antonio Azpiazu explicó en su discurso de entrada a la Sociedad Bascongada de Amigos del País, que «la instauración de una universidad cercana a la frontera, y por tanto expuesta a la influencia de peligrosos focos revolucionarios no era asunto baladí. La década de los años cuarenta del siglo XVI se caracterizó por un ambiente de contrarreforma en la que el espíritu aperturista de Erasmo fue atacado de modo inmisericorde por la ultraortodoxia de Carlos V. Que Zuazola consiguiera llevar a cabo la fundación de Sancti Spiritus en Oñati llama poderosamente la atención».
Para entender el proyecto del obispo, Azpiazu invitaba a trasladarse a épocas anteriores, «a los siglos en los que, salida de su aislamiento, Euskal Herria había ido adquiriendo una indudable presencia en Castilla y en el mundo atlántico».
«En 1447 un cambio sustantivo en el sistema de herencias, favoreciendo al mayorazgo, fomentó la emigración, la dedicación a diferentes oficios y la ocupación de puestos administrativos y contables en el emergente reino de Castilla -explica-. De este modo cabe entenderse la abundancia de vascos que emigran a Castilla, a las Indias, o se integran en el organigrama de la Iglesia. Pero también se explica un fenómeno de mecenazgo extendido en la sociedad vasca cuyo exponente cultural más significativo es la universidad».
El propio Zuazola relataba en documentación consultada por Azpiazu los porqués de su apuesta personal.
«Después de haber cumplido con el servicio de Dios con esas obras que a honra suya tenemos hechas en esa villa, siempre he pensado en que pudiese honrar y aprovechar esa villa tan honrada, pues la naturaleza nos obliga tanto a ello, y considerando que los medios con que Dios Nuestro Señor nos ha traído a la cumbre de tanta honra y dignidad han sido y son las letras a que nos hemos dado todo el tiempo de nuestra vida, y la lealtad y fidelidad con que hemos siempre servido a nuestros reyes y señores naturales, hame parecido que la cosa de donde más provecho resultaría sería dar forma como en esa villa hubiese ejercicio de letras porque, considerada la habilidad de los naturales de esa tierra, con la ayuda de nuestro señor Dios tengo por muy cierto que con buenos principios se harían muchos y muy provechosos letrados que servirían a Dios y honrarían mucho esa patria, y por estos respetos en mi testamento y última voluntad tengo ordenado y mandado que en esa villa se haga un colegio en que haya maestros y estudiantes que sean naturales de esa villa y de toda la tierra vascongada a donde se lea gramática, artes y cánones y haya ejercicio de letras».
José Antonio Azpiazu relató en amena intervención que «la Universidad Sancti Spiritus nació bajo el signo de la crisis. Nació enferma, pero gozó de una salud de hierro que le permitió, con intervalos, permanecer abierta hasta finales del siglo XIX». Esa salud de hierro se constata también en los legajos hallados en el Archivo, que pese a los avatares que seguramente también habrán conocido, presentan buen estado de conservación, y en adelante lucirán como nuevos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario