domingo, 16 de noviembre de 2014

Antonino Ibarrondo

 

Una vida volcada en la música

Oñati rinde homenaje al director, maestro y prolífico compositor Antonino Ibarrondo (1914-1985) en el centenario de su nacimiento.
Un reportaje de Anabel Dominguez - Viernes, 14 de Noviembre de 2014 - Actualizado a las 06:10h 
 
Antonino, en primer plano, en el homenaje que recibió en Oñati al año de jubilarse, en 1985.
Antonino, en primer plano, en el homenaje que recibió en Oñati al año de jubilarse, en 1985. (Santi Mendiola / Archivo de la banda municipal de Oñati)
Director de banda, maestro y prolífico compositor. Tres facetas que definen a Antonino Ibarrondo (1914-1985), un hombre que vivió para la música: su gran vocación que procuró compartir por todos los medios. “La música era para Antonino un vehículo que conducía a enriquecer unas profundas relaciones humanas. La entendía como un apostolado, como algo que debía hacer llegar a la mayor gente posible. Y para su difusión eligió la banda”, explican José Antonio Azpiazu y Xabier Ugarte, autores del libro publicado en el marco del centenario del nacimiento del músico oñatiarra.

Sus primeros conocimientos musicales los recibió en su propia casa, de la mano de su padre Félix. Más tarde se formó con el sacerdote organista oñatiarra José Ramón Candaudap, y en el plano oficial realizó los estudios en Bilbao. Estudió solfeo, armonía, clarinete, piano y tuba (de esta última tenía un dominio extraordinario), pero Antonino tocaba también otros instrumentos, muestra de sus sobrados dotes como instrumentistas.
“La saga Ibarrondo se extiende a lo largo de varias generaciones que abarcan a Félix, padre de Antonino, a los hermanos de este, Jesús y Elías, sus primos Juanito y Julio, y los hijos y sobrinos. Los Ibarrondo se sintieron siempre muy vinculados a la banda oñatiarra y formaron una piña en torno a Antonino”, reza la biografía presentada con motivo del homenaje que este mes se rinde al protagonista de este reportaje, que con 26 años cogió la batuta de la banda municipal de su localidad natal, formación que dirigió hasta que se deshizo en 1970. Ocho años después, por iniciativa del entonces alcalde Eli Galdos, se reanudó su trayectoria con el hijo de Antonio al frente, Inaxio, su actual director.
Su vocación por la música se la inculcó a sus hijos (a los dos varones) Inaxio y Félix, a quienes a partir de los tres o cuatro años les enseñaba solfeo. “Era muy riguroso en la enseñanza y aprovechaba cualquier momento para instruirles en los arcanos de la técnica musical”, recuerdan el historiador, José Antonio Azpiazu y el músico, Xabier Ugarte, mientras regalan un gesto de complicidad a Inaxio, que define a su progenitor como un “hombre sencillo”. “Extraordinario, excepcional, de esa gente de otra generación, de una gran solidez humana”, fueron las palabras que utilizó hace unos días otro de sus hijos, Félix Ibarrondo, uno de los compositores vasco con más proyección internacional.
Su constante e incansable dedicación a la enseñanza hizo que numerosos oñatiarras aprendieran música con él. Creó una verdadera escuela. “Sus discípulos admiraban su capacidad pedagógica, sabía transmitir sus conocimientos con facilidad. Era duro, pero flexible. Cuando los alumnos iban a examinarse al Conservatorio los profesores se sorprendían de la facilidad que tenían para leer las partituras”, rememora Azpiazu.
en sestao y bilbao La fructífera vida musical de Antonino no se limitó a Oñati. En 1970, cuando la banda de esta villa cerró un ciclo de su andadura, optó a la dirección de la de Sestao, cargo que ostentó durante una década. Allí, entre otras cosas, fundó una academia que “superó las 400 inscripciones anuales”, señala Ugarte.
De esta localidad vizcaína dio el salto a su capital. Antonino podría haberse despedido de su vida laboral, sin embargo, la insistencia en su implicación para conducir la transición entre la Banda dependiente del viejo Patronato franquista hasta la funcionarización de 1983, le hizo permanecer en ella hasta su jubilación con 70 años. Para afrontar la tarea que se le encomendó era imprescindible pertenecer al Cuerpo Nacional de Directores -en Gipuzkoa, junto a Antonino tenían esta condición Francisco Escudero y Miguel González Bastida. En cuatro años el oñatiarra se reveló con una pieza clave en modernizar y dotar de oficialidad a la banda de Bilbao.
La producción musical de Antonino es muy rica y variada. Llevan su autoría cerca de 400 piezas, en su gran mayoría ambientadas en su pueblo natal. Como compositor cultivó diversos géneros: oberturas vascas, rapsodias, valses, habaneras, pasacalles, marchas de procesión, fandangos, obras para la tamborrada oñatiarra... Destacan, asimismo, la colección de danzas vascas (Euskal dantzak) y los arreglos de obras de grandes compositores como Beethoven, Bach, y, especialmente, Mozart. Muchas de sus composiciones se conocen en el ámbito local, pero otras muchas “no han sido estrenadas o han sido interpretadas solamente en una ocasión”.
Su fecunda labor creativa superó con creces las obligaciones que, de algún modo, se le atribuían en el reglamento de la banda oñatiarra aprobado por el Pleno en 1945. “En el se decía que el director tenía que componer, arreglar o transcribir anualmente para la mencionada formación una obra musical de concierto”, expone Ugarte. Este es solo un de los tantos episodios anecdóticos que protagonizó Antonino, que siendo director de la banda de Bilbao no desdeñaba formar parte de la de Oñati bajo las órdenes de su hijo Inaxio.
En 1992 se le rindió un merecido homenaje póstumo por parte de la Federación de Bandas de Gipuzkoa. Ahora en el año en que se cumple un siglo de su nacimiento, las 36ª Jornadas Musicales (Musikegunak) que organizan el Ayuntamiento y la Diputación, ensalzan la figura de este entrañable músico. Este domingo algunas de sus piezas serán interpretadas por la banda municipal de Bilbao, y el día 23, se tocarán parte de las obras del disco que se ha grabado con motivo del centenario. Ambos recitales serán en la parroquia (19.00 horas).
De Antonino puede hablarse largo y tendido. Su tesoro musical ha dejado un gran legado en Oñati, y, por ende, en la música en general.

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