miércoles, 11 de febrero de 2015

Los gigantes y cabezudos se ponen guapos

  • Si el tiempo no lo impide lucirán su rejuvenecido 'look' el martes de Carnaval

  • Han sido sometidos a un 'lifting' en el taller irunés de los hermanos Gárate

Su última cura de salud fue en 1992, precisamente cuando se incorporaron a la familia los gigantes baserritarras, así que los 'reyes de las fiestas' se tenían bien ganado el paso por el 'quirófano' artesanal.
Según informaron ayer desde el departamento de cultura «además de arreglar los golpes que tenían en la cabeza y manos los gigantes, se han restaurado caretas de txorimalos que estaban deterioradas por el uso, incluidas las de Txirri, Mirri y Txiribiton».
A todos se les ha sometido a una cura en profundidad, y tras sanarles las heridas (golpes, roturas e incluso mutilaciones) han vuelto a ser pintados para dejarlos impecables para las fiestas.
Una cura de 1.500 euros
Si el mal tiempo no lo impide, Oñatz que se encarga de sacar y mantener la comparsa, hará las delicias de niños y mayores el martes de Carnaval. Suele ser su única salida invernal, así que el éxito está asegurado. De todas formas, por si la climatología no acompaña, habrá ocasión de ver los resultados de los 1.500 euros que ha costado el 'lifting' el domingo en Santa Ana, su morada habitual.
La comparsa oñatiarra está compuesta por dos parejas de gigantes (baserritarras y kaletarras), 5 personajes (Txirri, Mirri y Txiribiton, akerra y sorgina), dos 'zaldiko-maldikos' que habitualmente no salen, y diez cabezudos. El rostro de expresión imperturbable y ese baile, por momentos lento y majestuoso, y de pronto hechos de infinitos giros, de los colosos de las fiestas, no tiene rival. Tienen una altura superior a los tres metros y rondan los 30 kg, así que ponerlos a danzar al ritmo de los txistularis o dulzaineros, mientras sus compañeros cabezudos montan el revuelo entre la chavalería, no es tarea fácil.
Todo el peso del gigante se concentra en la parte superior, así que el equilibrio es fundamental, y de eso los dantzaris de Oñatz presentes en todas las grandes fiestas, saben lo suyo.
Junto a ellos los inseparables cabezudos: el torito, txarran, los enanitos, pinocho, el pirata malo, el jabalí o los payasos... que también se han puesto guapos. El domingo habrá ocasión de comprobarlo en el claustro de Santa Ana Antzokia y el martes, si no llueve, de cerciorarse de que, además del rejuvenecimiento facial, siguen en buena forma.

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