jueves, 30 de junio de 2016

Pedro Irizar

d.v.


Protagonista. Pedro Irizar con sus cuatro hijos, autoridades y familiares ayer en Marteskua.
Protagonista. Pedro Irizar con sus cuatro hijos, autoridades y familiares ayer en Marteskua. / MARIAN

Pedro Irizar hace mixto el club de los 100

Protagonista. Pedro Irizar con sus cuatro hijos, autoridades y familiares ayer en Marteskua. / MARIAN
  • El caserío Marteskua de Zubillaga, en el que nació el 29 de junio de 1916 y aún vive, se vistió ayer de fiesta

  • Fue uno de los tres socios fundadores de la fábrica de palillos Betik, de la que aún es presidente


La hoja del calendario llegaba marcada ayer, 29 de junio, de forma especial en el caserío Marteskua de Zubillaga. Pedro Irizar Guridi se incorporaba al reducido y hasta ayer exclusivamente femenino club de centenarios de la localidad, y lo hacía además bien de salud y con una envidiable cabeza. Todo un lujo que le permitió disfrutar al máximo de su 100 cumpleaños .
Tenía ganas de celebrarlo y se le notaba feliz de poder compartir un aniversario tan especial con la familia y los vecinos. El día de San Pedro, a quien debe su nombre, siempre es especial en Zubillaga, pero ayer lo fue más y lo seguirá siendo, porque a las celebraciones familiares (el cumpleaños reunió a 40 comensales) se unirá el domingo el homenaje que sus vecinos le tributarán en el marco de las fiestas, y la comida de toda la familia al completo (115 personas). Los 100 años de Pedro no van a pasar desapercibidos porque el aitona de Marteskua y de Oñati, es muy apreciado.
Único centenario varón
Ayer no paró de recibir visitas y felicitaciones, entre ellas la del alcalde, Mikel Biain, y la concejala Susana Altuna, que cumplieron con la tradición de homenajear a los centenarios con un cuadro conmemorativo y un ramo de flores. «Está fenomenal, así ya se puede» era una de las frases más repetidas. Él agradecía los gestos y confesaba que le hacía «mucha ilusión» la jornada. Y es que, aunque la esperanza de vida ha aumentado mucho, y llegar a los 100 empieza a convertirse en una expectativa realista para cada vez más ciudadanos, sigue siendo todo un hito. La mejor prueba de ello es que en Oñati en la actualidad es un club muy selecto, integrado por seis mujeres y Pedro. La más longeva tiene 102 años, tres 101 y las dos quintas de Pedro, 100. El año 1916 fue de buena cosecha y el 7 de septiembre ya está reservado para un nuevo miembro: Regino Biain. Mientras tanto, Pedro es el único varón del club de las tres cifras y, visto lo visto, tiene cuerda para rato.
Todos los días se da un paseito de 2 kilómetros por la zona de la Fandería de Zubillaga, esa en la que con 14 años dio sus primeros pinitos laborales. «Estuve seis años trabajando en las líneas de pintura y sierra, hasta que llegó la guerra -recordaba ayer-. Antes, con 8 años, me mandaron a 'Beiti' a casa de una tía, por eso de pequeño iba a la escuela de Sarramendi, y con apenas 9 años estuve en la inauguración de la iglesia de Koixkar».
A Pedro, que era el segundo de los siete hijos que tuvieron Joxe Julián Irizar y Jacinta Guridi, nunca se le han caído los anillos trabajando. «En el caserío siempre había tarea, y al volver de la guerra (estuvo tres años en los frentes de Donostia, Teruel y Huesca) me cogieron en Altuna. Dos años después, junto a Nicolás Errasti y Pedro Goenaga montó una serrería en Zubillaga, que fue el germen de Industrias Betik, de la que aún es presidente.
«De Zubillaga, pasamos la serrería a la calle Arantzazu (junto a Roque Azkune) y luego decidimos dar un paso más, compramos los terrenos de Lezesarri, y montamos Betik. Al principio nuestra principal actividad era el serrado, aquí tengo un recuerdo -explicó mostrando un dedo amputado-. Luego, en 1957, comenzamos la fabricación y distribución de palillos y mondadientes, que se convirtió en nuestra línea más representativa -relataba orgulloso-. Cuando empezamos había diez fábricas en el mercado español y ahora solo quedamos dos». Gracias a la diversificación de la producción con depresores y espátulas de uso sanitario, palos de helados, fósforos, pinzas para ropa y demás artículos en madera para el uso diario, Betik ha logrado mantenerse al pie del cañón..
Pedro ha sido un hombre trabajador y emprendedor, pero también familiar, y en Marteskua siempre hay hijos y nietos a su alrededor. Echa en falta a su mujer Francisca Arabaolaza (del caserío Artxubi, de Olabarrieta) que murió hace solo 3 años con 93 años, pero no le falta compañía. De su matrimonio nacieron 5 hijos (Mari Tere, Ramón, Javier, Juan Cruz y Roberto) y solo ha sufrido la pérdida de Ramón que era fraile. Su prole le ha dado seis nietos y 4 bisnietos, y ayer pudo disfrutar también de los dos hermanos que le quedan: José Mari y Juan Domingo, que viven en Donostia y Bilbo.
Con todos ellos sopló las velas de una tarta cargada de recuerdos en la que ha conocido las penurias de la guerra y la posguerra. Pero también impactantes y revolucionarios acontecimientos como la llegada del sonido y el color al cine, la irrupción masiva del automóvil en nuestras calles y carreteras, o la entrada del televisor en los hogares. Marteskua era ayer una fiesta, un ir venir de gente, como el día de su boda. «Nos casamos en la parroquia, pero celebramos el banquete aquí», rememoraba.
En temas culinarios se mostraba devoto del cocido y en especial las habitas. Sus pecados son el café y el dulce, pero come de todo y bien. Su hija lo corroboraba, al igual que su buen dormir, «nunca he tomado una pastilla» explicaba. Tampoco pensó nunca que llegaría a los 100, porque pese a su saludable estado, conoce bien el quirófano. «Con 17 años me operaron de apéndice y estuve 15 días ingresado, eran otros tiempos, con la última hernia a las 24 horas ya estaba de vuelta a casa». No obstante el mayor susto se lo dio una perforación de estómago ya octogenario. Ahora está como una rosa y espera seguir celebrando muchos más cumpleaños. Zorionak¡

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